Monday, October 09, 2006

Soy el hombre "s" de mis suegras

Opinión
Claudio Nazoa
El Nacional



A las víctimas de las suegras
Que cosa tan espantosa es el matrimonio, se los digo yo que a pesar de esta cara y este cuer pito he logrado casarme y divorciarme cinco veces, no quiero ni pensar lo que habría ocurrido si hubiese nacido bello y escultural.


Sin embargo, inmodestamente, he de confesar que entre esposa y esposa han sido innumerables el número de novias que he tenido, incluso sin dejar a mis esposas.

Es más, sin ánimo de alardear, tengo cinco o seis mujeres adicionales a mis esposas y novias que han estado conmigo paralelamente. Todo es cuestión de organización. Algo bueno debo tener, aunque sinceramente no sé lo que es.

Me miro y me miro al espejo y no puedo menos que llegar a la conclusión de que cada una de ellas tiene un defecto en la vista o algún elevado trastorno mental como para amarme tan locamente como lo han hecho, es más, si yo fuera mujer no andaría conmigo, y ya que estoy de confesiones, he de confesar que a mi edad, estoy harto de esposas, novias y amantes.

Estoy cansado, agotado de meterle embustes a ese mujerero que cree en mí aún sabiendo que les caigo a cuento. Incluso, todas leen mi columna y en éste instante deben estar riendo y comentando con sus amigas esta verdad que ninguna de ellas terminan de aceptar.

Por todo lo dicho, me atrevo a darle un consejo a mis amigos infieles que por cierto son todos: ¡Siempre digan la verdad! Por ejemplo, si alguno de ellos por esas cosas de la vida pasó toda la noche con su amante y al llegar de madrugada a su casa encuentra a su esposa cual boa de tres cabezas esperándolo para tragárselo entero, lo primerito que ella le dirá será: --¡Muy bonito! ¿Se puede saber en dónde y con quién andabas, Jaime Pérez?

--Bueno, mi amor ¿Dónde va a ser? ¡Con mi amante! Lo que pasa es que se me hizo tarde, tú sabes como son estas cosas...

--¡Jaime Pérez! ¡No te burles de mí! ¡Se te volvió a echar a perder el carro! ¿Verdad? ¡No me interrumpas! Yo te lo dije ¡Lleva ese perol al mecánico que un día de estos te va a dejar en la calle! Pero claro, tú siempre de terco...

Y por ahí se va el lío. Diferente habría sido si de verdad se le accidenta el automóvil: --¡Mi amor, es que tú ni te imaginas! ¡Ese carro del carrizo...! --¡Pero bueno, Jaime Pérez! ¿Tú crees que yo soy pendeja o que nací ayer? ¡Segurito que andabas con la mujercita esa...! Nunca nadie cree la verdad, pero los embustes sí y eso es aplicable a todas las áreas de la vida.

No hay cosa que le guste más a los seres humanos que la mentira. Somos propensos a eso, y en el amor sólo vemos lo que nos conviene. Quizás por eso es que yo he tenido tanta suerte con las mujeres.

Apenas se empatan conmigo comienzan a creerme todo, y lo más insólito es que hasta bello me ven. Muchas de ellas se ponen bravas, dígame Gaby Espino cuando el otro día le dijeron: --Oye, no es por nada, pero ese Claudio sí está feo. Debería hacer una dietica y comprarse una percha.

--¡No, chica!-respondió Gaby, indignada --Claudio es bello... Sí, es verdad que está un poquito rellenito y que a veces no se combina bien la ropa, pero es que ese es su estilo. Él, a su manera, si lo ves bien, es fashion.

Lo peor es que ellas, cegadas por el amor, lo creen de corazón. Estoy cansado de encontrar mujeres que me gustan. Es como una maldición. Todos los días aparecen más y más mujeres bellas e inteligentes.

Al verlas, ya yo sé como es la cosa pero es que me da una flojeeeraaa... enamorarlas, buscarlas, llevarlas a cenar, a desayunar, a almorzar, contarles cosas graciosas, comprarles regalos caros, hacer que mi mamá, mis hijos y mis amigos les agarren cariño, hacerles aceptar mi condición de casado y divorciado cinco veces.

Me da flojera decirles a cada una que solamente la quiero a ella, que soy hombre de una sola y que ahora sí me correjí. Pero lo peor no es haber tenido ni tener tantas mujeres. No. Lo realmente espantoso es que casi todas tie nen a su madre viva y esas sí que son unas señoras cuaimas que aunque yo no quiera, pasan a convertirse en mis suegras y en parte de mi familia de por vida.

Sí ¡Las suegras son para siempre! No lo olvide. El número infinito de suegras que tengo son las únicas mujeres que desde el principio han estado claras con respecto a mí. Nunca me han llamado por mi nombre, siempre me han dicho "el hombre s". Una especie de anti-héroe que sale a la calle con una capita roja y una franela que trae bordada en el pecho una "s".

--¡Hija! ¿Cuántas veces voy a decirte que "el hombre s" con el que estás saliendo no te conviene?

--¡Mamá! ¡Respeta! ¡No le digas "hombre s"! Él tiene su nombre. Además, no te metas en mi vida, yo ya soy mayor de edad y aunque te duela, él es un hombre maravilloso...

Y por ahí siguen...Casi todas mis ex, al final, me montaron cachos y terminaron empatadas o casadas con hombres guapísimos que inexplicablemente me odian porque saben lo felices que ellas fueron cuando estaban conmigo.

Además, me consta que las tienen a monte diciéndoles: --Que mal gusto ¡Enamorarte del "come sardinas s"...! Pero ellos no se salvan ya que mis ex suegras, ahora suegras de ellos, también los llaman "el hombre s".

La prueba es que cuando se ponen bravas, dicen: --¡Hasta "el hombre s" con el que andabas antes era mejor que "el hombre s" con el que andas ahora! Y es que el calificativo peyorativo se transmite con el parentesco adquirido en cada nueva relación, una especie de herencia ligada al sexo según Mendel o de maldición sinequanon según yo.

Si usted que lee esto es mujer y ha sido o pretende tener un affaire conmigo, por favor, escuche a su mamá: ¡Yo no le convengo a nadie y estoy harto de ser el hombre "s"! Nota: En Internet está circulando un texto titulado "Vivimos todos estresados". Advierto a mis lectores que no es de mi autoría algo tan de mal gusto y mal escrito.