Friday, August 25, 2006

Runrunes

Nelson Bocaranda Sardi
El Universal



Alto

BATALLA POR LA ONU. La obsesión por acaparar titulares, ser noticia, escandalizar, ser "showman" tanto para lo bueno ("ayudar a los pobres del Imperio y darles fuel oil gratis", "me duelen los niños de Irak", "promocionaremos el té de coca boliviano") como para lo malo ("Irán tiene el derecho a tener su arsenal nuclear", "Corea del Norte es nuestra hermana", "Israel ha matado a diestra y siniestra") lo tiene ob sesionado con la sola idea de sentarse en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

A ese cónclave ningún Presidente asiste sino que se hace representar por su embajador ante la ONU o en casos más especiales por su canciller. El plan que lo tiene de cabeza le ha quitado tiempo precioso para preocuparse por su país, sus pobres, su infraestruc tura, su inseguridad, su violencia y su galopante corrupción en cifras jamás conocidas sino en dictaduras, oclocracias o una munificente chorocracia como la suya.

La campaña por todo el urbe repartiendo plata a manos llenas en proyectos, trueques, ilusiones y sueños de pajaritos preñados habrá de significarle a Venezuela enormes costos que _por ahora_ disfrazan con facturas petroleras sin respaldo, comisiones por encima y por debajo de la mesa y abundantes colocaciones tramposas en bancos de Africa y Asia, cuando no en Suiza, o desapareciéndolos de bancos parisinos como pasó con las decenas de millones de dólares de Fogade.

El plan, urdido con el empuje de la diplomacia cubana que ha planteado una agenda global para llevarlo a los países más paupérrimos y ofrecerles desde préstamos hasta inversiones con tal que decidan con sus votos la suerte venezolana ante la ONU.

Nada novedoso si contamos que en cuatro anteriores oportunidades nuestra república ha estado representada en ese Consejo, en la Presidencia de la Asamblea o en la Unctad por prestigiosos y respetables venezolanos como Carlos Sosa Rodríguez; Andrés Aguilar; Simón Alberto Consalvi, Adolfo Taylhardat, Diego Arria y Manuel Pérez Guerrero.

La participación de Ve nezuela siempre fue respetada y elogiada y en ocasiones sentó precedentes como en el caso de la guerra en Los Balcanes, donde la acción del embajador Arria, al frente del Consejo, fue determinante para el cese el fuego y luego para el en juiciamiento de Slobodan Milosevic.

Chávez ha descubier to que en su afán de guerrear mediáticamente y ladrar pero no morder a Estados Unidos _mientras obtiene billones de dólares con su venta petrolera al "enemigo"_ ese salón donde los medios de comunicación globales están pendientes de las discusiones y enfrentamientos entre los cinco miembros permanentes: China, Rusia, Reino Unido, Francia y Estados Unidos y los otros nueve países que se turnan cada dos años su participación, es el lugar indicado para su egolatría.

Medio
POSES. Hambriento de primeras páginas este Presidente venezolano _si se observa con detenimiento se le puede cazar en poses pensadas y predeterminadas que le merezcan su difusión global como las últimas con el acostado y enfermo Fidel, siempre tratando de disimularlas y esforzándose en que parezcan naturales_ cree haber descubierto su mejor escenario para confrontar al mundo que se le opone y al que se vende como "el salvador".

De ganarle a Guatemala su asiento en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas será usado por él hasta para las reuniones más estúpidas dentro de la rutina "ONU". Con su lujosísimo, costoso y rápido avión presidencial tiene estipulado viajar a Nueva York tantas veces como le provoque buscando las luces mediáticas antes que la moral bolivariana.

El alquiler de medio piso en un hotel cercano a la sede multinacional está previsto para que así tenga siempre un equipo de asistentes que lo mantenga informado, prepare documentos, analice escenarios y le recomiende las estrategias a seguir más por su ego personal que por actuar en favor de la organización o sus miembros.

La penetración cubana en la diplomacia venezolana durante estos últimos ocho años es ampliamente comentada por los miembros de las organizaciones dependientes de Naciones Unidas como la FAO, la Unesco y la Organización Internacional del Trabajo en Roma, París y Ginebra. Nada se hace sin que un "Komissar" de Castro supervise las acciones o elabore las estrategias.

Diremos que esa diplomacia cubana le ha servido a Fidel por casi medio siglo y le ha funcionado para acordar con decenas de países desde acciones antiembargo hasta premios de alfabetización y salud pasando por la membresía (¿paradójico?) en el comité de derechos humanos.

Si hasta ahora el Presidente ha pasado más de un año viajando por el mundo en su octenio de gobierno, imaginémoslo hablando por horas y horas en aquel salón azul, peleando con Estados Unidos e Inglaterra e insultando a cualquiera que discrepe de sus pensamientos al que de inmediato marcará como su enemigo.

Le será difícil defender ante el mundo dos regímenes desaforados como Irán y Corea del Norte. Evocaremos el show que alguna vez montó en esa sede el criminal y payaso Idi Amín, para entonces "dueño" de Uganda. No nos extrañemos de repetir la historia _y su fotografía_ cuando el premier soviético Nikita Kruschev se quitó el zapato y golpeó la mesa de reuniones gritando: "¡Enterraremos al Imperio!".

Lo único que cambiaría sería el viejo y roído zapato ruso por la lustrosa bota militar bolivariana (¿Lanvin, Jourdan, Boss o Ferragamo?). El resto es historia reciente y conocida.

Bajo
HUGO BOSS. Foreign Policy tituló así el reportaje que sobre el presidente Chávez firmó Javier Corrales en febrero. En vista de que en este gobierno _1998 a 2005_ se ha certificado que los homicidios aumentaron 128%; los secuestros 426%; las ejecuciones extrajudiciales en 253% a escala nacional y en 791% en la capital, hay que reiterar que en ese trabajo el periodista contrastó lo que eran los viejos autoritarismos con los nuevos como el modelo chavista.

Aquellos eliminaban instituciones legislativas y partidos políticos; mantenían un bajo perfil internacional; consolidaban el poder militar; gastaban en grandes obras públicas; eliminaban el voto o hacían fraudes masivos; hablaban de grupos desestabilizadores internos y desaparecían gente en medio de toques de queda y colas.

El chavismo cambia las reglas para que con menos votos se logren los objetivos; no elimina los partidos opositores sino que los desprestigia permanentemente; anda por el mundo con su mensaje antiglobalizador; crea reservas paramilitares; monta servicios sociales de dudosos resultados; delata a los votantes y reparte sus datos; acusa a Bush como golpista interno y desaparece a la gente con una criminalidad campante y permitida que a la vez mantiene al país asustado y reprimido. Es su represión personalizada.