Tuesday, August 15, 2006

10 MILLONES ¡YO TE AVISO!

Editorial
TalCual
Teodoro Petkoff

“Nos va a costar mucho conseguir los diez millones de votos”, algo así, poco más o menos, dijo Chávez el día que inscribió su candidatura. Cuando termine de bajarse de esa nube fantasiosa va a descubrir que lo que se le está poniendo cuesta arriba es simplemente ganar.

Las muestras de insatisfacción popular son cada vez más contundentes y numerosas, en todo el país. No pasa día en que dejen de producirse trancas de avenidas y autopistas, manifestaciones de toda clase, a través de las cuales un pueblo cada vez más desengañado expresa su malestar y su reclamo.

Razones no faltan. Damnificados que tienen años esperando por la vivienda prometida por allá por aquellos tiempos en que Chávez los llamaban “dignificados”. La palabra ya desapareció del léxico oficialista porque los dignificados de otrora ahora lo que están es arrechos. Conductores de taxis y busetas que paralizan el tráfico, coléricos ante la ineficiencia del gobierno en la lucha contra la delincuencia que casi cada día cobra la vida de alguno de ellos.

Habitantes de barriadas populares que cierran el paso por carreteras y avenidas, exigiendo servicios públicos decentes. Por todas partes el cuero seco de la Venezuela protestataria se está levantando, porque cada día es más visible el fracaso del gobierno en cumplir con sus deberes más elementales, como son los de defender vidas y propiedades, dotar de viviendas y servicios públicos a la población que carece de ellos.

Lo que ocurre con la inseguridad ciudadana es aterrador.

Los extremos alcanzados por la combinación de hampa con el moño suelto e incompetencia oficial han llevado a que casi el 90% de los venezolanos consideren, según los sondeos de opinión, que el de la inseguridad es el peor problema que padecen. Y el presidente, que casi nunca menciona el tema en sus peroratas, cuando lo hizo, hace dos semanas, fue para quejarse de que están “matando a los nuestros” (o sea, a sus partidarios) y no se hace nada.

En un país agobiado por los secuestros, los homicidios, los atracos, los robos de vehículos, la única vez que ha expresado preocupación ha sido para profundizar la grave fractura psicológica que él mismo ha provocado en el país: víctimas son sólo sus partidarios; los demás no existen.

Pero en las barriadas populares crece el miedo y la furia porque el hampa no distingue colores políticos y las palabras del presidente resultan una befa y un insulto al dolor y el sufrimiento de las miles de familias que han perdido seres queridos en las interminables balaceras entre bandas o en los inefables ajusticiamientos policiales, que vienen a ser otra variante de la delincuencia homicida.

Mientras fracasa en la lucha contra el hampa o en la política de viviendas, se muestra particularmente amenazante en la expansión del control total de la sociedad. No puede con el hampa, pero estatiza el deporte; no puede con el hampa pero pretende controlar y anular las organizaciones de defensa de derechos humanos; no puede con el hampa pero quiere formar niños y adolescentes de mente cuadrada.

Pero resulta que no se puede engañar a toda la gente todo el tiempo. Por eso hay cada vez más gente dispuesta a pasarle su factura el 3D.

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