Wednesday, September 13, 2006

CHÁVEZ contra BOLÍVAR

Editorial
TalCual

"Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecer, y él se acostumbra a mandarlo; de donde se origina la usurpación y la tiranía"
Simón Bolívar (Discurso de Angostura)


La reelección indefinida del presidente, proyecto anunciado por el candicontinuista —junto al de la creación del “partido único de la revolución” — constituye el otro pivote político del plan totalitario.

Una vez constituido el “partido único”, que en nuestro caso, ya tiene definido quién habrá de ser su secretario general, presidente, cuarto bate y novio de la madrina, la lógica del proceso conduce (como ha llevado en todos los regímenes totalitarios, tanto nazifascistas como comunistas, así como en las dictaduras autocráticas en otros países), a que ese partido único tienda a perpetuarse en el poder, muchas veces con su jefe como mandatario permanente, prácticamente hasta su muerte.

A nuestro candicontinuista el régimen chino, aunque del partido comunista, pero que ha creado un peculiar modelo de alternabilidad entre los dirigentes del partido único, no lo atrae. El no ha tomado el poder para luego cederlo a Diosdado, a Barreto, a Otaiza o a cualquier otro dirigente del “proceso”.

Tampoco le gusta mucho la teocracia iraní, donde los ayatolas han creado un mecanismo que contempla alternabilidad entre los designados por ellos para ocupar la presidencia. Mucho menos el del PRI mexicano, con sus presidentes sexenales.

Lo que descoca al candicontinuista son los modelos eternos, prácticamente monárquicos, donde el poder se delega a los hijos tal como en el caso norcoreano, con su presidente muriendo en el cargo y legando el poder a su hijo, o el sirio, con iguales características.

Por supuesto, como nadie ignora, lo que lo obnubila especialmente es el régimen cubano, con su presidente vitalicio –—mejor aún si fuere elegido en segundo grado, por la Asamblea Nacional.

El argumento que soporta esa anunciada reforma constitucional es el de que el pueblo, en el cual reposa la soberanía y es quien elige, debe tener el derecho a elegir indefinidamente, si esa es su voluntad. Desde luego, es un sofisma. El proyecto articula totalitariamente todas sus partes, para que el pueblo jamás deje de “elegir” al susodicho.

Control totalitario de la sociedad y partido único, transforman las elecciones en plebiscitos, en los cuales el único candidato obtiene el 99,9% de los votos. Esa es la historia de los estados totalitarios, nazi-fascistas o comunistas —que lo mismo da— e incluso la de las dictaduras “convencionales”, latinoamericanas y africanas.

Todo el proyecto chavista puede reducirse a esto, a la voluntad de ejercer el poder por el poder mismo. Hasta ahora, desde luego, estamos en la etapa de los anuncios y del desarrollo de tendencias, una más avanzadas que otras, en el sentido del control total de la sociedad, pero esto no es Cuba ni la Unión Soviética. Por lo mismo, el espacio para luchar y para frustrar tales designios no está agotado y hoy, su expresión electoral es decisiva.

Participar de la campaña de Manuel Rosales, movilizarse, construir una gran fuerza popular, no dejarse intimidar, es ponerle la mano en el pecho al proyecto antidemocrático, corrupto e inepto que encarna el candicontinuista.