Monday, September 11, 2006

Nos ponemos las pilas o nos joden

Opinión
Claudio Nazoa
El Nacional

Primero que nada disculpen la dureza del título, pero entre otras cosas, es un gancho para que ojalá muchas personas lean este artículo que como siempre está escrito claro y raspao. Lo que ha ocurrido con la unidad de la oposición ha sorprendido incluso a los propios opositores.

Primera vez, desde hace ocho años, que hay una cabeza visible que asume el papel de líder. Antes existían partidos "unidos" en aquello que se llamó la Coordinadora Democrática, que cumplió su objetivo y sería injusto negarlo.

Creo que en ninguna parte del mundo se han realizado marchas y manifestaciones tan grandes como las que aquí se han hecho ¿Se acuerdan? Autopistas y avenidas enteras llenas y llenas de gente. Aquello no tenía comienzo ni fin. Cientos de miles y yo diría, sin exagerar, que en un par de aquellas mega-marchas hubo por lo menos un millón de personas en cada una.

Teníamos todo, la razón, el ánimo y la fuerza patriótica para salir a la calle porque sabíamos que estábamos en peligro, pero lamentablemente nos faltaba una cabeza visible que fuera aceptada por todos para canalizar la enorme fuerza que estaba en la calle. Hacía falta lo que ahora sin duda tenemos: un líder.

También es injusto decir que aquellas personas que organizaron esas extraordinarias protestas no servían ¡Claro que servían! Pero había mucho jefe. Todo el mundo era cacique y así, lamentablemente, no nos movemos los seres humanos.

No olvidemos nunca que primordialmente somos animales pensantes pero que funcionamos en manadas y como tales, nos confundimos cuando existen varios líderes. Suena duro sentirse animal de manada, lo lamento, pero así somos. Pertenecer a una manada con un líder que la guíe, constituye el éxito de esto que por ahora nos gobierna.

Ojo, mucho cuidado, no estoy afirmando que porque una masa tenga un líder está salvada o garantiza su felicidad, si al caso vamos, Hitler, Mussolini, Mao y Stalin, eran líderes que literalmente enloquecían a sus seguidores, muchos debieron pagar con sangre, muertos y sufrimientos, los liderazgos enloquecidos.

Pero así como han existido los malos, también los ha habido y hay en la actualidad muy buenos, como Nelson Mandela, Gandhi, Juan Pablo II, Charles De Gaulle, Martín Luther King, la Madre Teresa de Calcuta, Ho Chi Min o Álvaro Uribe entre otros. Hombres y muje res que en su momento supieron entender las necesidades de su gente utilizando la inteligencia más que el peligroso carisma que sin inteligencia es mortal, logrando llevar a sus seguidores hacia el camino de la paz y la felicidad.

En lo personal les juro que la idea de tener un líder me choca, pero soy un animal humano y lo necesito al igual que ustedes que esto leen y a quienes también les molesta. Algún día, quizás utópico, escritores, músicos, bailarines, cantantes y deportistas apasionados serán nuestros únicos líderes.

Pero vamos a dejarnos de pendejadas utópicas y volvamos a nuestra peligrosa realidad en Venezuela. Pongámonos las pilas porque nos estamos jugando un estilo de vida ¿Y qué es un estilo de vida? Es perder la libertad individual y colectiva, es matar al que no piensa como nosotros, es cambiar ideología por comida, es que nuestras hijas estudien y después, por hambre, terminen en la calle como putas.

Es algo tan pedestre como no tener jabón, crema dental ni papel toilette, es no poder ver otro canal de televisión que no sea el del estado, es no estar autorizado a usar Internet, es sapear a tus familiares y vecinos o no poder poseer ninguna propiedad ni negocio por mas humilde que este sea. Así de crudo es lo que nos espera.

Entonces ya lo saben, hay una lucecita que se agranda en este dantesco túnel y vamos hacia ella porque entre otras cosas, es lo único que tenemos.

Llegó la hora de decidir entre "la mamá de Tarzán" o el parque Jurásico de Fidel Castro. Y para finalizar, un mensaje para aquellos que no quieren ayudar aún conociendo el inminente peligro en el que nos encontramos: ¡Cállense la boca!

Teníamos todo, la razón, el ánimo y la fuerza patriótica para salir a la calle porque sabíamos que estábamos en peligro, pero lamentablemente nos faltaba una cabeza visible que fuera aceptada por todos para canalizar la enorme fuerza que estaba en la calle.