Tuesday, September 19, 2006

Descaro diplomático

Opinión
Manuel Felipe Sierra
El Nacional

Mientras Chávez sellaba una alianza con Ahmadinejad en Caracas, un grupo de espo sas de militares venezolanos interrumpieron la misa del Ángelus que ofrecía Benedicto XVI con el grito de "¡Uh, ah, Chávez no se va!". La delirante retórica antiimperialista ha llevado a Chávez a suscribir una declaración política con el mandatario iraní en la cual implícitamente se comparte la tesis de "la desaparición del Estado de Israel" y la pertinencia del programa nuclear de Teherán.

¿Es racional una política que coloca a Venezuela al lado de los Estados forajidos? Seguramente que las damas que sabotearon la oración papal fueron estimuladas por la reacción islámica ante un controversial discurso del Sumo Pontífice. ¿Pero tienen algo en común los intereses nacionales con el creciente fanatismo musulmán?

La situación planteada con México por el no reconocimiento de la victoria de Felipe Calderón desafía el sentido común. La victoria o la derrota de un candidato es decidida por las instancias correspondientes de ese país, tal como lo ratifica la declaración de la Cancillería mexicana en respuesta al Gobierno de Caracas.

¿Pero tiene autoridad moral para poner en duda una elección un mandatario que ha confiscado la eficacia del voto mediante una compleja estructura fraudulenta (por cierto, única en América Latina) que hace que el sufragio no elija y que se basa en un padrón electoral sobredimensionado, con cedulaciones falsas y con 4 millones de votantes virtuales; que excluye a millones de electores con la aplicación de listas discriminatorias; que dispone de unas máquinas cuya confiabilidad ha sido cuestionada en el mundo entero; que se niega a contar los votos uno por uno y que ha militarizado el acto comicial con la presencia de más de 15.000 reservistas, como guardia pretoriana del oficialismo; para exigir transparencia en las votaciones de otra nación?

Es risible ver como otro protagonista del sainete, el canciller cubano, Felipe Pérez Roque, exaltó en la lectura de los acuerdos de la conferencia de No Alineados la pureza del sistema electoral venezolano.

¿El vocero de la dictadura castrista tiene, acaso, la más lejana idea de lo que es el voto como herramienta de renovación de los poderes? ¿Hasta dónde llega su osadía para dar consejos a los venezolanos en materia de elecciones? Cabría preguntarse: ¿si Rosales logra sobreponerse a la trampa y en un juego limpio derrota a Chávez y su victoria es desconocida; éste permitiría que el aspirante estafado tomara las calles, instalara carpas en las plazas, anunciara un gobierno paralelo y se desplazara libremente por el territorio nacional, como lo hace López Obrador? El 16 de agosto del 2004, un grupo de compatriotas protestó el fraude consumado esa madrugada en la plaza Altamira.

Las brigadas oficialistas asesinaron a la señora Martiza Ron e hirieron a decenas de manifestantes, entre ellos al dirigente Ernesto Alvarenga.