Thursday, September 21, 2006

¡Este no es el diablo!

Editorial
Tal Cual


Hugo Chávez es un histrión.

Subido en una tribuna, delira.

Puede entornar los ojos, buscando a Dios en el techo del recinto de la ONU.

Juntar las palmas de sus manos, implorando.
Y luego, sin anestesia, soltar una andanada de improperios, utilizando todo el repertorio de su lugar-comunismo particular, en nombre de la humanidad, de la paz, y de la redención de los humildes.

Los venezolanos lo conocemos: en su ocasión más patética tenía un pitico en la boca y con cada soplido despedía a un hombre de Pdvsa, en vivo y en directo. Y en cadena.

Es tan simplón como aquel a quien ha convertido en su archienemigo. Ambos simplifican y dividen el mundo en buenos y malos. Por ahora, Chávez emplea su artillería verbal, de baja estofa que, como dijo Bill Clinton ayer mismo, lo “daña a él y a su país”.

Un revolucionario, a carta cabal, de esos que guardan un compromiso con lo que dicen y cómo lo dicen, se aleja de las bravuconadas y de las falsas posturas como la que adoptó el Presidente en las Naciones Unidas.

Solicitó Chávez la ayuda de un siquiatra para entender la intervención del Presidente de los Estados Unidos, quien habló en la misma tribuna un día antes. El siquiatra podía matar dos pájaros de un tiro, sin ser demasiado avezado.

Mientras clama por un mundo más justo, su Asamblea Nacional, unas horitas después, iniciaba su segundo período de sesiones autorizando un crédito adicional de 43,5 millardos de bolívares para que el Ministerio de la Defensa adquiera “municiones de uso común (o será del común), granadas calibre 40 milímetros, ametralladoras y pistolas”.

Esta inversión, explica MinDefensa, servirá para mantener y entrenar ese nuevo cuerpo llamado “reserva estratégica”, que esta revolución pacífica incorporó a una cultura nacional ya bastante salpicada de charreteras, batallas, batallones, comandos, unidades, escuadras, y toda esa parafernalia militarista que el redentor del mundo concibe como “socialismo siglo XXI”.

En la misma sesión parlamentaria, se supo que faltan los millardos para pagar el servicio de la deuda y que será necesario, además, reprogramar la Ley de Endeudamiento para poder cumplir con viejos compromisos adquiridos pero no cumplidos.

Esta es, pues, la Venezuela de Hugo Chávez. Llena de dólares pero endeudada.

Pacifista pero se arma cada día.

“Dios está con nosotros”, dijo Chávez ayer, con los ojos entornados, con las manos juntas, oliendo azufre a su alrededor, con un libro de Noam Chomsky frente a él. “La amenaza la tienen en su propia casa”, agregó. Y provoca repetir la frase por estos parajes: “La amenaza la tienen en su propia casa”.