Monday, August 28, 2006

Cuentos Chinos

Editorial
Tal Cual

Definitivamente, el presidente de este país vive en un mundo de fantasía. Un mundo que él se construye para vivir feliz, con sus ilusiones. ¿Recuerdan la película El mundo según Garp? Bueno, podría hacerse otra: El mundo según Chávez.

Este hombre va a China y en ese país de capitalismo rampante, descubre una modalidad del “socialismo del siglo XXI”.

Ya en China no queda prácticamente nada por privatizar y en Shanghai, cuando se corrió por primera vez una de las carreras de la Fórmula 1, sólo Ferrari vendió 80 de sus ultra caros “Testa Rosa” a los nuevos millonarios.

¿Sabe Chávez que en China, a diferencia de Venezuela, no hostigan al sector privado? Al contrario, recientemente modificaron los estatutos del Partido Comunista para redefinirlo, no solamente como “partido de la clase obrera y de los campesinos” sino también como partido de la emergente burguesía capitalista y de esa clase media que ha poblado los gigantescos centros comerciales de boutiques con todas las firmas del opulento capitalismo occidental.

Lo único que queda de “socialismo” en China (si es que alguna vez hubo, realmente, algo que cupiera en esa definición), es el férreo gobierno dictatorial del Partido Comunista.

Igual en Vietnam. En este país, ya anteriormente, Chávez proclamó que allí había encontrado “su” modelo de “socialismo del siglo XXI”.

Los estupefactos líderes vietnamitas no podían creer lo que oían de boca de aquel extravagante personaje. Hasta que el presidente de la Cámara de Comercio vietnamita comentó que las cosas que decía nuestro fantaseador eran “completamente inapropiadas” y que ellos no compartían su óptica.

Pero, al igual que en China, Chávez no vio, ni en este país ni en Vietnam, las exuberantes muestras del crecimiento capitalista (bien salvaje, por cierto) sino el gobierno dictatorial del Partido Comunista. Esto es lo que realmente le gusta del socialismo arqueológico.

En otro orden de cosas, cuando se refiere a Estados Unidos como “una dictadura”, señala como rasgo de ella que en ese país hay “escuchas telefónicas”, es decir, en venezolano, que allá “pinchan” teléfonos. Ya esto es realmente esquizofrenia.

Seguramente en el extranjero deben pensar que en Venezuela está prohibida y severamente sancionada la escucha telefónica.

Sin embargo, ¿será posible que Chávez pueda hacerse el loco tan impunemente y no recuerde que en este, su país, las escuchas telefónicas hasta hace poco eran incluso retransmitidas por el canal 8? O este es un caso clínico de doble personalidad o se trata de un maestro del engaño.

Por mala suerte para él lo que dice afuera también se repite aquí, de modo que los venezolanos, incluyendo, por ejemplo, a Darío Vivas e Ismael García, que se complacían en presentar, a través del “canal de todos los venezolanos”, las grabaciones telefónicas, deben haberse quedado estupefactos ante tan estrambótica capacidad para mentir sin que le crezca la nariz.

Después de haberse pasado uno de sus casi ocho años de gobierno dándole vueltas al mundo no es extraño que, como el personaje de Julio Verne en La vuelta al mundo en 80 días, haya perdido el sentido de la realidad.