Sunday, August 27, 2006

¿Qué hacemos aquí?

Opinión
Luis Vicente León
El Universal


Luego de un largo período de artículos de análisis político, tenía la intención de escribir una serie de trabajos sobre economía cotidiana. Me motivan temas como: ¿vale la pena invertir en este país o mejor te ¿rumbeas¿ la plata antes de que te lo haga otro? ¿Es momento de comprar un apartamento más grande o mejor sales del pequeño y te vas a vivir con tu suegra, aunque ronque?

¿Es prudente endeudarse en bolívares para que el banco asuma el riesgo país? ¿Será el momento para meterse en una franquicia o vas a terminar vendiendo el inventario en el mercadito de Macaracuay? Incluso pensaba ayudar a responder intrigas tan relevantes, como: ¿Qué hace una familia venezolana para vivir con el salario mínimo? ¿Qué será de los planes de vejez con los que nos iban a compensar, luego que los diputados acabaron con la Ley de Fondos de Pensiones, para evitar que los administraran los privados?

También se me ocurría que podíamos tratar temas modernos. Con toda la plata que está circulando ¿Por qué no estamos enviando a nuestros muchachos, empezando por los más pobres, a entrenarse en las mejores universidades y tecnológicos del mundo, para ¿sembrar petróleo¿ donde vale la pena?

¿Cómo es que no estamos desarrollando parques tecnológicos espectaculares que sirvan para captar empresas de dimensión mundial? ¿Quién está pensando en modernizar la infraestructura para expandir nuestra competitividad y mejorar nuestra calidad de vida? ¿Quién está desarrollando una estrategia económica y social para combatir la inseguridad desde la raíz?

En fin, todo esto soñaba anoche en el avión que me trasladaba desde el "Imperio" hasta Caracas. ¡Se acabó!, me dije a mí mismo. Qué fastidio hablar de Chávez y del chavismo todas las semanas cuando hay mil cosas más importantes que deberíamos tratar.

¡Pero qué va! Ya debería acostumbrarme a que la vida te zampa una cucharada de Ubicatex, apenas pisas Maiquetía: A veces no llega tu maleta o te la roban. Cuando sales ileso, te espera la trocha, los asaltos nocturnos, el terror de una balacera en el camino, el miedo a que te hayan robado la casa o algo más pedestre como que no haya agua en tu casa y tengas que acostarte "sudao" como un alcalde con sobrepeso, después de zamparse cuatro "18 años", dos tabacos y un chupe de mariscos, en pleno mediodía.

Casualmente fue un alcalde quien empañó esta vez la "vuelta a la Patria". El burgomaestre metropolitano insultó, procazmente, a los dos alcaldes que dirigen los mejores gobiernos municipales del país y luego, aparentemente, intentó agredirlos físicamente y los escupió. En el ínterin, llamó putrefacta a la clase media, planteó un horrendo conflicto clasista y amenazó con expropiar el campo de golf de La Lagunita, con un claro interés político, escondido detrás de un discurso con reminiscencias del Perón que destruyó Argentina, por supuesto sin el "charming" de éste, ni Evita Perón a su lado.

¿Hay algo que valga la pena agregar para explicar lo que siente una persona decente frente a esto? ¿Fue este ser dominado por el odio, consecuente con sus antecedentes personales o estamos frente a una estrategia deliberada del chavismo para reponer la división crispante de la sociedad, esa que ellos saben explotar muy bien electoralmente? ¿Pueden conectarse los chavistas con esta bochornosa actuación del alcalde o acaso el sentido común, la decencia, la ética y las buenas costumbres prevalecerán, independientemente de la filiación política?

Como verán, hoy tengo más preguntas que respuestas, pero hay algo que me quedó muy claro. Ya sé qué responderle a quienes desde el exterior me preguntan: ¿qué hacen todavía ahí, morochos incluidos, en un país que se lo lleva el diablo? Pues bien, estamos aquí precisamente para evitarlo, para rescatar nuestros derechos ciudadanos, para defender el futuro de nuestros hijos, para impedir que la barbarie se apodere de todo, sin resistencia alguna.

Estamos aquí para que nuestros hijos sepan que nunca, nunca, el miedo superará al amor por los tuyos, ni el derrotismo a la esperanza. Estamos aquí para enderezar lo torcido. Estamos aquí para que en el futuro, los eficientes, inteligentes, conciliadores y honestos, de cualquier estrato social, raza, religión o ideología política, sean alcaldes o presidentes y los gamberros sean sólo eso, gamberros.